sábado, 19 de mayo de 2018

Decimosexta Hipótesis: LA ACTIVIDAD FÍSICA EN EL PROCESO DE ADELGAZAMIENTO.

(En donde comprenderá que no es indispensable dejar sus huesos en un gimnasio para ser la persona que le corresponde ser)

Lo que consigas muy rápida y fácilmente
no ha de durarte mucho tiempo.
Lo que mucho trabajo te cueste conseguir,
no se irá jamás de ti. 

En todo libro que se precie, referido a estos temas, se aconseja realizar ejercicios para acelerar los logros.
¡Caramba!, ¿Es que nunca estaremos de acuerdo en un ciento por ciento?

Por supuesto que estoy de acuerdo con la actividad física. Si es razonable e inteligentemente planificada. Si depara placer el realizarla y no interfiere en la actividad necesaria y cotidiana de quien la practica, es muy saludable. Hasta allí coincidimos.
El motivo por el cual se la realiza, es lo que puede uno cuestionar.
Si es para aumentar el consumo energético, para sentirse mejor, para adquirir más agilidad y libertad de movimientos, para que nuestra fisiología marche aún más correctamente, para sentirnos más relajados y con la mente más despejada después de realizarla, también estoy de acuerdo.
Si es con el único objeto de “adelgazar más rápido”, estoy totalmente en contra.

No es ése el argumento que deba usarse como incentivo (parece un buen incentivo, pero es un pésimo argumento).
“La prisa es el peor de los vicios del hombre”, dice un antiguo aforismo, y estoy totalmente de acuerdo con él, especialmente en lo que se refiere a la prisa por adelgazar, según lo hemos conversado ya tantas veces.
Si el adelgazamiento es demasiado rápido las chances de que se abandone el intento son altísimas (a estas alturas, quiero suponer, que ya ha de estar plenamente convencido de esto).

Cualquier tipo de ejercicio es recomendable desde el punto de vista del mayor gasto energético que producirá (exceptuando a los de grandes esfuerzos en los adolescentes, por motivos que conversamos en un capítulo anterior). De allí a pretender que si no se realiza no habrá logros, como he leído en docenas de publicaciones, hay un largo trecho.

Existen infinidad de personas que se resisten tenazmente a realizarlos: porque no disponen del tiempo necesario, porque no pueden pagarlo o, simplemente, porque les displace.
Muchas veces he escuchado de boca de pacientes portadores de gorduras muy importantes, el comentario sobre la vergüenza que sentirían al compartir una actividad física en el mismo local y en el mismo momento en que lo hacen hombres y mujeres que lucen cuerpos esplendentes.
Se sienten entre la espada y la pared: han interpretado que si no ejercitan no adelgazarán, pero que si no adelgazan no irán a ejercitarse. Una gran confusión los invade.

Allá por la década del setenta, si es que mi memoria no me traiciona, se puso de moda el Aerobismo. Muchos colegas, o profesores de gimnasia, inundaban los medios de comunicación recomendando el trote alternado con la carrera y la marcha rápida, como un excelente método, económico y para nada avergonzante, de consumir los carbohidratos acumulados como grasa de depósito (en realidad ellos decían “consumir las calorías…”).
He visto, y veo, legiones en los parques y en los paseos a la orilla del Paraná, en todas las horas del día, correr fatigadísimos quién sabe cuántos kilómetros cada mañana o cada anochecer (y aún en los torturantemente tórridos mediodías del verano).
Siempre he sospechado que ellos califican la calidad de su esfuerzo en base al empírico cálculo de la cantidad de transpiración que los empapa.

Calzado adecuado, ropa deportiva al tono... Y a correr, como desaforados sedientos ante la cercanía del oasis, durante una o dos horas, preferentemente tres veces a la semana.

Inútil gasto de tiempo y esfuerzos, a mi modo de ver.

Podría conseguirse exactamente lo mismo simplemente caminando (y muchos, encima, ahorrarán el deterioro de sus articulaciones inferiores que, según los traumatólogos, ocurre a la corta o a la larga si se persiste en la actividad del trote o la carrera durante mucho tiempo, especialmente si se transporta el peso muerto de una considerable adiposis).

CAMINAR, ése es el simple secreto: caminar. Simplemente eso.
Claro, cualquiera podría pensar que para eliminar tanto sudor solamente caminando, el que lo practique debiera acumular tantos kilómetros como para que equivalgan a dar la vuelta al mundo en tan solo un año. Pero no es para nada necesario semejante maratón.

Realmente conozco a muy poca gente que disponga de una o dos horas, unas cuantas veces a la semana, para salir a caminar a paso vivo.
Y, como es de suponer, la mayoría que no dispone del tiempo para hacerlo, de la aptitud física o de las ganas necesarias, directamente no hace nada.

Pero el tema no es tan complejo como aparenta, veámoslo:

El mayor esfuerzo de una hora de marcha se realiza en los primeros veinte o treinta minutos de iniciada (que es cuando hay que poner todo en movimiento). Luego: ¿Para qué invertir una hora si puede conseguirse más o menos lo mismo en tan solo treinta minutos?

El consejo que le doy a mis pacientes, y ahora a usted, es que CAMINEN TAN SOLO TREINTA MINUTOS POR DÍA (si tienen la posibilidad de realizar esta actividad dos veces -a la mañana y a la noche, por ejemplo-, los resultados son, forzosamente, ciento por ciento mejores).
Así de poco. Le aseguro que tan solo eso es suficiente, tiene mucho sentido práctico, y los resultados son magníficos.
La idea es salir a caminar, NO IMPORTA A QUE VELOCIDAD, mirando de cuando en cuando el reloj. Al cumplirse quince minutos de iniciada la marcha, se emprende el regreso (cosa que ha de insumir otro cuarto de hora), y el trabajo del día ya estará hecho.
La velocidad del paso ha de ser al principio muy lenta. Al fin no importa qué tan lejos llegue uno en quince minutos, sino que simplemente, camine treinta. Siempre les digo, para ser muy gráfico, que no importa si comienzan al ritmo de quien saca a pasear a su tortuga.
El asunto es que semana a semana, mes a mes, muy lentamente, la velocidad de marcha se vaya incrementando poco a poco. El ideal será llegar a caminar, cómodamente, a paso vivo recién después de cinco o seis meses de iniciada la actividad.
Eso sí: la marcha debe ser diaria, de lunes a domingo, aunque llueva (al fin no hay día de lluvia en que ésta no pare media hora. Y si ni siquiera eso para, pues ¡adelante!: paraguas, botas, impermeable y ¡A caminar bajo la lluvia! Es hermoso hacerlo).

No importa cuán ocupada sea su vida, no existe en el mundo nadie que no pueda dedicar tan breve lapso a estar solo consigo mismo. Porque esa es otra de las ventajas de la caminata: le permite a uno estar solo con uno mismo, y todos necesitamos de un recreo diario así (y mucho más lo necesitan los que suelen estar muy ocupados). Verá como se aclaran sus ideas, o que fantástico es gozar del “dulce pensar nada” que depara una caminata de tan solo treinta minutos.

Tengo pacientes que se han aficionado tanto a ese ratito todos los días, que le dan a él la misma importancia que a las horas de sueño. Uno no pretende tanto, pero a ellos les ocurre así. ¿Qué va uno a hacerle?

Nadie ha de transpirar por tan solo caminar tan breve tiempo pausadamente, pero recuerde que eso de valorar la actividad realizada por el grado de humedad que ha conseguido en su ropa, es nada más que otra fantasía que elabora el pensamiento mágico.

Ultima reflexión:
Existen muchas personas que por desgraciadas circunstancias, un accidente por ejemplo, se ven en la imposibilidad de caminar ni de hacer ningún tipo de ejercicios.
Si está usted obligado a utilizar por mucho tiempo, o quizá definitivamente, un sillón de ruedas, digamos, y siente necesidad de adelgazar, no se preocupe: NO ES IMPRESCINDIBLE NINGÚN TIPO DE EJERCICIO PARA CONSEGUIR LA DELGADEZ.

Únicamente les recomiendo que sean muy estrictos en la elección de sus alimentos.
Su gasto energético es tan bajo que pequeñas cantidades de carbohidratos consumidos cotidianamente han de entorpecer sus logros.
He conocido a muchos en esas condiciones, y he descubierto que, invariablemente, Dios compensa sus minusvalías con muchas otras dotes que son realmente envidiables. Una de ellas es la paciencia. 

3 comentarios:

  1. Hola, amigo.
    De nuevo por aquí. Estos tiempos he estado tan ocupado que tuve que dominar mi abstinencia al no poder seguir leyendo tus artículos. Este está especialmente divertido e interesante, y escrito con la maestría de siempre. Todos los días veo personas corriendo, muchos de ellos con sobrepeso, y me pregunto si saben el daño que se están haciendo, con consecuencias a futuro irreversibles. Incluso veo a veces personas corriendo en un mediodía de calor veraniego ¡envueltos en ropa de nylon! Es claro que fuerzan al cuerpo a sudar más pero si no evitan la evaporación el cuerpo sigue forzando los mecanismos naturales de enfriamiento. Lo único que logran es forzar el corazón de una manera autodestructiva, me parece. Te cuento que cuando estoy muy trancado en el trabajo y no logro encontrar salida a problemas intrincados, entonces me levanto de la silla y doy varias vueltas a la manzana. Pero no a paso de tortuga, ¡me cansa mucho más! Vuelvo fresco, y te puedo asegurar que siempre me da resultado para encontrar la solución. Mi oficina está en un edificio antiguo, de esos con techos muy altos. Es en un segundo piso pero con la equivalencia de 5 pisos de ahora, por el número de escalones. Subo varias veces por día esos pisos (no cuento las bajadas porque no es lo mismo) Pero no hago ejercicio a propósito para adelgazar. Cuando quiero bajar 3 a 5 kilos me administro lo que como y la cantidad y listo. Me gusta el ejercicio para sentirme mejor y lo que más me gusta es remar, que es una forma de caminar pero con los brazos, especialmente por alejarme en el agua y estar en silencio.

    Abrazo
    Luis

    ResponderBorrar
  2. Hola, Luis.
    Es una expresión muy feliz eso de "caminar con los brazos", hasta puede ayudar a quienes están obligados a transcurrir su existencia en un sillón de ruedas.
    Es cierto que caminar a paso de tortuga cansa mucho, pero es la única manera que tienen de comenzar aquellos a los que la vida sedentaria les ha disminuido el volumen muscular. Lo que ocurre es que caminando muy lento es como que en cada paso se vuelve a poner todo en movimiento mientras que caminando rápido se aprovecha la inercia para que la marcha sea menos fatigante. Pero no hay más remedio que comenzar a paso de tortuga para llegar al paso vivo en más o menos tiempo (aunque yo creo que lo ideal es el cansino "paso de paseo").

    ResponderBorrar
  3. Y los quesos untables.. el requesón (similar a la ricota)?

    ResponderBorrar

SI SU PREGUNTA TIENE ELEMENTOS QUE NO QUIERE HACER PÚBLICOS EN EL BLOG, SI NECESITA DE MÁS INTIMIDAD (PERO, POR FAVOR, SOLO Y ÚNICAMENTE EN ESOS CASOS) ESCRÍBAME A cesareo_rodriguez@hotmail.com CON GUSTO ENTABLAREMOS UNA NUEVA AMISTAD.

¡ATENCIÓN!

 Hola, amigos. Les informo que a partir del lunes 12 de octubre de 2020 todo lo que se puede leer en este blog se está reproduciendo en mi ...